domingo, 17 de enero de 2010

Noche

Había patys en la parrilla, había cerveza y gente conocida y algunos que no los conocía. Había mucho alcohol y buena música sonando muy, muy fuerte. Éramos pocos dentro de todo, éramos pocos y la pasamos tan bien. Me reencontré con gente que no veía hace años, bailamos y tomamos de lo lindo.
Hubo situaciones bizarras, alguien que me dijo "porque yo te tengo confianza a vos, antes de venir nos tomamos unas líneas de merca", fuí al baño muchas veces (producto de la cerveza) y bailé reggaeton y cuarteto con gente que vestía de negro y usaba cadenas.
Una chica lloraba, gritando un poco, reclamándole a su chico que se había transado a otra delante de sus ojos. Yo pedía cigarrillos por todos lados y no soltaba la botella de cerveza (lo bien que hice al no mezclar).
Me senté un par de veces en la vereda. Cuando pasó un grupo de personas que evidentemente querían colarse a la fiesta, amenazé con tirarles unos cascotes que había en la vereda de en frente, mientras mi amigo se reía y me decía algo que ahora no recuerdo.
Hubo frases memorables como: "Todavía me seguís moviendo el piso", a lo que hubo una respuesta memorable, "Hace rato ya que vos me perdiste".
Un amigo estaba doblado al medio, nunca pensé que lo iba a ver así. Arrodillado, casi inconsciente, vomitándole al pasto el contenido (de más) de su estómago.
Aún así, borracha, hubo tiempo para la reflexión, para sentarme y decirle, contarle a él, cuanto me dolía lo del chico de Don Torcuato y cuántas noches me encontraba en vela, sufriendo por algo que no vale la pena.
"¿Cuál es la diferencia entre hacer el amor y tener sexo?", a lo que respondí, "Cuando vos tenés sexo acabás vos y no te importa el otro, te importa vos mismo. Pero cuando hacés el amor, te aguantas las ganas de acabar y dejás que el otro acabe, y después acabás vos (o sea te importa el otro)". O sea que respondí una mezcla de palabras que nada que ver, pero mi idea se asemejaba a eso. Probablemente no sea ni una cosa, ni la otra.
Me confesaron algo también, pero eso mejor me lo guardo para mi. Por respeto, más que nada.
En algún momento salió el sol, y con él llegó uno de mis mejores amigos. Mientras algunos se revolcaban en la pieza de arriba, otros seguían bailando, tomando vino y escuchando la música que sonaba a más no poder. Mi amiga ahogándose en la pileta llena de agua verde, ese recuerdo no lo voy a poder borrar.
Mi amigo preparó un vino y la mañana nos encontró sentados en dos baldes, adentro de una construcción, hablando de la vida y de nuestra mala suerte. Yo llorando a más no poder, diciéndole que él no se merecía todo lo que le pasaba, que era muy injusto. Él tratando de calmarme, secandome las lágrimas.
Al rato subimos a la habitación, e intentamos dormir, pero se armó algo así como una guerra de nalgadas y de frases incoherentes: "¡El viiiiinooooo!"; "Acá hay olor a Big Mac ... ¡Juro que hay olor a Big Mac!"; "Estoy semi-garchada".
Cuando el olor a Big Mac me revolvió el estómago, agarré mis cosas y bajé la escalera, con una mezcla de disgusto y ebriedad, que no me permitía ver claramente.
El sol pegaba fuerte en la cara. Atrás mío salieron mi mejor amigo, otra amiga y otro chico más. Caminamos unas cuadras juntos y mi amigo y yo nos fuimos para el lado de nuestras casas, el estaba borracho y disgustado. Yo preocupada, no me gusta verlo así.
Lo dejé en la casa y llegué a la mía. Ya eran las 9 de la mañana. Cuando entro, lo primero que me dice mi mamá es: "Ay Juli, llegaste justo para ir a comprar las facturas."
"Bueno mamá, ahí voy. Pero después dejame dormir."


No hay comentarios:

Publicar un comentario