sábado, 12 de septiembre de 2009

Una vez más, una patada al corazón.

Que relativa es la felicidad ... cómo aparece de un segundo para el otro, y cómo a los minutos nuevamente se va para dejarnos en pelotas, sumidos en la desgracia. Yo tengo una felicidad tan relativa, abusadora en fugaz, tan incoherente. Nunca, nunca, nunca. Lo concreto no es una opción para mi. Las últimas experiencias me han demostrado que no estoy hecha para ser feliz al lado de alguien. ¿ Cómo puedo ser tan ciega? ¿Cómo puedo abrazarme tanto a la felicidad, si ha de irse de momento a otro? Esto me supera. Y hoy me dejaste. Me dejaste y te vas porque pensás que lo que ella te puede dar es mejor, sin haber pensado realmente si lo que yo tenía para ofrecerte, era lo más sincero del mundo. Seguro que sí. Seguro que era mejor. Pero no me vas a mirar más. Y todo lo que yo te dí te lo pasas por el forro del orto. Es así. Aunque no quieras, aunque no quieras lastimarme. Es así, eso es lo que significa para mi que me digas todo eso. ¿Dejarme libre? ¿Dejarme libre, cuando yo soy feliz estando a tu lado? ¿Pedirme disculpas, cuando no habías hecho nada para lastimarme? Disculpame, los sentimientos, mis sentimientos, los tengo demasiado claros. Te dije que no iba a poder dejarte, te dije que era tuya. Te dije que te quería. Que te quería! Y nada, ya ves. Es como una vez te dije, cuando me había peleado con la otra persona que también se dió el lujo de romperme el corazón: Todo el amor que yo doy no sirve. Nunca sirve. Y vos siempre consolándome, ahí. Bien, boludo! Te ganaste la confianza de esta persona, la más frágil en emociones, la que tiene tanto para dar, que se desborda en soledades. La que da sin medida, la que ama, la que escucha, la que comprende. La que pensó que por una vez en su vida la estaba haciendo bien...
Yo sé... yo sé que no lo hacés a propósito, porque te conozco. Antes de todo siempre digo, te conocí como persona.
¿Pero con qué necesidad me haces esto? ¿Por qué me dejás así? Otra vez no, por favor... todas las palabras se las lleva el viento, ¿no? Entonces ... ¿Causé alguna vez en vos todo eso que me dijiste? No, estabas obnubilado. Porque yo estaba ahí mientras ella no. Porque yo te daba mis abrazos y mis besos mientras ella no. Porque yo me acosté en tu cama y lloré en tus brazos mientras ella no.
Pero la gran diferencia (bendita diferencia!) es que yo siempre te fuí sincera en todo, y no estuve con doble sentido en nada. Siempre fui yo. Y tenía las mil maravillas para darte. Tenía todo. Y ahora no tengo nada. Te lo llevaste, ahí, al lado tuyo está. Te pertenece. Te pertenezco. Es una lástima. Vos me das lástima, pero fué tu decisión, obviamente, en la que salí perdiendo. Ojalá alguna vez te des cuenta de que estás cometiendo un error. Ojalá algún día me vuelvas a querer como alguna vez me lo hiciste creer. Ojalá ... Ojalá tengas la duda el resto del tiempo de si lo que acabas de hacer, valió la pena. Poque nunca lo vas a saber. Porque por más que estés con ella, nunca te vas a enterar de si lo que hubiese pasado conmigo hubiese sido mejor. Mucho mejor. Ojalá esta noche no puedas dormir, Federico.

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